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Tuve que ir regulando el trabajo de las perras ya que hacía bastante tiempo no las llevaba al campo.
con el viento bien de frente para facilitarle las co-
sas a la perra que pronto se puso a trabajar como
si la temporada anterior apenas hubiese termina-
do unas semanas atrás. Igual la primera muestra
le costó un poco, el suelo está recontra seco y las
emanaciones son difusas, más teniendo en cuenta
un día de tanto calor, pero finalmente hizo bien los
deberes y yo con el segundo tiro pude poner la pri-
mera perdiz de la temporada en mi chaleco. Al ra-
tito hizo una muestra más firme y la segunda presa
empezaba a engrosar el chaleco, pero el potrerito
se terminaba y por más que me tentaba seguir al
siguiente, ver la perra tan gorda me hizo retroce-
der y darle un merecido descanso y rehidratación,
demasiado bien anduvo.
Unos mates y le tocó el turno a Guapa, también
con grandes interrogantes ya que si bien, en mu-
chísimo mejor estado físico, no deja de ser una ca-
chorra en aprendizaje que había terminado la tem-
porada pasada con algunos detalles de obediencia.
La llevamos con su correa hasta el potrero vecino
al que habíamos iniciado y le di rienda suelta, sa-
liendo con toda la furia. Para mi sorpresa y la de
su dueño, le costó bastante poco encontrarse en
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