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BITACORA DE VIAJE

                                                                      UNA LIBERTAD

                                                          ACOTADA







        Observándolos con pleno respeto, comprendí que su emble-  hombro. Ciego, arremetí con todas mis fuerzas empujando
        ma eran los juncos, junto a la soledad.             y le “hinqué” en el medio del estómago, para luego cortarle
        Encendimos el fuego animando un pequeño fogón comuni-  fieramente la cara.
        cativo, donde un desconocido se enseñoreo de la noche, las   Yo conocía la palabra “hincar”, sinónimo de sangre produ-
        leyendas, los mitos, los aparecidos y las justificaciones de los   cida por el filo de un cuchillo, ocasionando generalmente la
        ruidos nocturnos en forma de almas penitentes.      muerte. Continué escuchando, no debía interrumpir el rela-
        Hablamos de San la muerte, del uturunco, de los muertos y   to con mi ansiedad.
        otros tantos temas entrelazados con historias.      Confirmó: Huí sabiendo su final, llegué a mi rancho, dejé a
        Sin pensarlo, en plena charla, con una audacia rayana en la   mi mujer y con algunos pesos y una pequeña provista salí
        imprudencia, le pregunté a Juan por sus heridas. El silencio   del pago. Al principio no supe adónde, pero debía alejarme
        ganó la reunión, nadie pronunció una sola palabra, lo sufi-  de la autoridad. Corrí caminos a partir del atardecer hasta la
        ciente para interpretar mi error. Las preguntas sin contesta-  salida del sol, me escondía para no ser visto, en ocasiones me
        ción albergan penas.                                acercaba a un almacén, de esos perdidos entre las estancias
        Antes de dormir sobre el solado presté oídos al murmullo   y compraba comida. Y así luego de andar y penar llegué a la
        de los pajonales que vibraban con el viento produciendo un   orilla del Paraná, a Puerto Sombrero al norte de Empedra-
        cierto susurro, como deseando entablar conversación.  do, allí me encontré con unos pescadores, sufridos como yo
        Por la mañana me levanté, preparé unas tortas fritas y café.   y con historias difíciles. Ante mi problema me aconsejaron
        Sería nuestra despedida al partir.                  refugiarme en el Ibera. Me dijeron: es un lugar difícil para vi-
        Me encontraba limpiando los enseres cuando Juan se me   vir, donde de seguro no te encontrarán, cuanto más te “aden-
        acercó y en cuclillas inició una ligera conversación la cual   tres” es mejor.
        tomó luego forma de confesión.                      Me acerqué a una posta, como hombre de campo con triste-
        “¿Anoche me preguntaste por  mis  heridas?”  Le  replique,   za vendí mi caballo junto a mis aperos y uno de los pescado-
        “Perdóname no debía haberlo hecho, son solamente tuyas”.  res me cruzó de noche a la otra orilla, Corrientes se llamaba.
        Me contestó: “Al principio me incomodé, pero luego de ob-  Con mayor tranquilidad sin conocer la zona caminando y
        servar tu actitud para con nosotros decidí buscar el momen-  preguntando llegué a la costa de los Esteros. En un refugio
        to para contarte cómo fueron producidas”.           donde se canjeaban cueros me encontré con tres habitantes
        Y pausadamente su mente fue recorriendo distancias en   del pantano, me hallé pronto con ellos y sin preguntarme
        busca de un inicio de recuerdos.                    nada me llevaron en su canoa, Varón de tierra firme, para mí
        Comenzó diciendo: allá en Cuero Quemado, en el departa-  fue difícil el vivir, pero de a poco me enseñaron a cazar, pes-
        mento de 9 de Julio en la provincia del Chaco, tenía una cha-  car, subsistir y me transformé en un mariscador.
        crita con algunas cabezas de ganado, una quinta, y a mi lado   Le pregunte; ¿hace mucho de la pelea?
        una linda compañera. Mis alegrías las formaban el campo y   Me contesto: tanto tiempo que parece ayer cuando maté a
        su amor, mis cortas ausencias, con ella las realizaba. Cuando   ese hombre.
        podíamos llegábamos al pueblo en busca de provista, alguna   Pensé: el pasado en una u otra forma camina frente a noso-
        ropa para luego a la noche en una bailanta tomar algún vino   tros.
        con empanadas. Una tarde aseguré la montura sobre mi ca-  Le di mi mano y apretándola fuertemente le dije: Chamigo el
        ballo y junto a mi mujer con ropas de festejo partimos rumbo   Iberá es tuyo como tu acotada libertad, sólo los recuerdos te
        al poblado.                                         encajonan, olvídate de ellos y seguí creciendo entre las Islas.
        Hizo una pausa.                                     Nunca comprendí por qué me transformé en su confesor, lo
        Por la noche entramos en un baile, donde con mis botas za-  miré con ojos de esterero y entendí que la vida con su rectas
        pateando levanté un poco de polvareda, siempre acollarado   y recovecos lo transformó en un hombre sin orillas con cora-
        a mi guayna al compás de una acordeona, un poco caú (to-  zón de pantano.
        mado) pero sin meterme con nadie, cuando un caté (hombre   Hoy me atrevo a contar esta historia por un simple cálculo
        acomodado) pretendió sacar a bailar a mi  Rosa. Si él creyó   aritmético. Cuando lo encontré tendría entre cuarenta y
        ser más hombre se equivocó. Comenzamos a discutir y sin   cuarenta y cinco años, pasaron otros treinta y ocho más, to-
        aviso sacó su cuchillo de dos filos desafiándome a pelear.  tal setenta y ocho. Tiempo suficiente para cerrar una causa
        Si bien soy petiso me sobran agallas y sin pensarlo dos veces   judicial, tiempo suficiente para olvidar y tiempo suficiente
        desenvainé el mío. El hombre, ducho en las peleas, me cruzó   para alejarse de la vida.
        la frente cortándomela hasta llegar al hueso y casi sin poder   Si lo llegaron a apresar, solamente podrían engrillar a su za-
        verlo por la sangre, aprovechó la ocasión y me hirió en el   pucay de libertad.

        82_        JUNIO 2023                                                       Revista El Pato
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