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Comparamos el gran tamaño de la montaraz con la perdiz común.
La primera salida fue por la tarde del primer día, y LA TERCERA ES LA VENCIDA
caminamos por los hermosos médanos donde pre- La última salida fue a la tarde del segundo día, y
dominaba el pasto puna y otros donde reinaban creo que se confirmaron las dos estimaciones que
los olivillos. El resultado fueron marcas perfectas tenía desde el principio.
de perdiz chica pero ninguna montaraz, cosa des- En las zonas de pastos, las marcas eran de perdi-
concertante porque habíamos visto muchas en las ces chicas… pero cuando llegamos al borde de un
picadas y los caminos internos. Las hipótesis eran camino se destapó la perra: primero se atropelló
dos: la perra que no tenía experiencia con las mon- una montaraz y quedó estupefacta, firme como
taraces o era el sitio equivocado para la búsqueda bandera de lata, sin saber lo que pasaba. Unos 15 o
de la especie que nos interesaba (a pesar que las 20 metros más allá, asumió una postura rara pero
veces anteriores también las encontramos allí). firme, una mezcla de marca y marcha lenta, hasta
que finalmente la montaraz levantó vuelo. Luego
SE VA LA SEGUNDA… de esos dos primeros encuentros, comenzó a mar-
La segunda salida la hicimos a la mañana del día si- carlas con mucha claridad.
guiente, y recorrimos tanto zonas de pastos como Obviamente, las marcas eran distintas a las de
monte abierto, pero las montaraces tampoco apa- perdiz chica porque las montaraces no se echaban,
recieron… “cosa ´e mandinga”, diría Don Inodoro sino que trataban de huir caminando, y sólo al fi-
Pereyra. nal (cuando la perra las apuraba) levantaban vuelo.
Y era realmente desconcertante porque se las Evidentemente, la perra aprendió sobre la marcha,
veía en cantidad por los caminos y las picadas del improvisando, pero pronto “les agarró la mano”.
campo, como ya se dijo. Los pocos cazadores que Pero no sólo era cuestión de inexperiencia de la
había en el coto buscando ciervas, no se privaron perra, sino también del tipo de terreno. Todas las
de tirar sus hipótesis en los almuerzos y cenas: “la perdices de monte que cazamos estaban al mar-
montaraz es muy ligera y no se hecha como la per- gen del camino, en una franja de no más de 50
diz chica, te ve de lejos y escapa”, “acá no se caza metros lindante del mismo. Esto me llamó la aten-
con escopeta y perro, se caza con rifle desde la ción, y cuando se lo comenté a Raúl, me dijo que es
camioneta”, o “la montaraz le gana al perro y se va normal porque él las atropella caminando sólo a la
antes que llegue”. Hice oídos sordos, sencillamente vera de las picadas, nunca en los pastizales ni en el
porque unos años atrás cacé maravillosamente allí centro de los cuadros de monte.
mismo con otra perra. Las anteriores dos veces que cacé perdices en el
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