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Aún cuando orgullosos nos pa- pared del quincho algunos pocos
ramos ante el mundo, aceptando trofeos que he ido colectando en
y reconociendo nuestra pasión esto de la caza mayor, ya que no
por la caza, muchas veces esta- quiere “pasar vergüenza con sus
mos menoscabando y perjudi- amigos”... y más allá de que los
cando la imagen y el sentimien- trofeos sigan colgados, no deja
to de nuestros hijos, de nuestra de preocuparme y dolerme que
familia, que, como si fuésemos mi hija sufra algún tipo de escar-
narcos, reciben el repudio de nio por una actividad lícita y legí-
sus círculos sociales... Sin ir más tima que hace su padre al prac-
lejos y dando un ejemplo en car- ticar una tradición ancestral que
ne propia, mi hija me ha pedido es básicamente su forma de vida,
encarecidamente que baje de la su ser mismo.
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