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distintas épocas y estaciones, y
en pasturas diferentes, ninguno
tuvo gusto desagradable o “ca-
tingudo”. Esto sólo puede suce-
der si se “pincha” el triperío con
el tiro, o si se contamina la carne
con el contenido estomacal du-
rante la faena.
La caza comercial carga con dos
serios inconvenientes de merca-
do: la inexistente demanda na-
cional e internacional. El argen-
tino prácticamente no consume
conejo y, menos aún de animales
Carne blanca y exquisita.
silvestres. Lamentablemente se
GASTRONOMÍA desconoce esta exquisita carne
La carne es blanca y exquisita, tan noble en nuestro país.
igual que la del conejo de gran- El mercado europeo demanda
ja que se compra en las carnice- liebre que se caza para exportar
rías, sólo que más firme y de ma- en varias de nuestras provincias.
yor textura, lo que exige un poco Si bien son amantes del conejo
más de cocción. Al contrario de y valoran mucho las carnes sil-
lo que muchos piensan, no tiene vestres en general, se abastece
nada que ver con la liebre: ni su de animales de criadero. Sucede
carne, ni sus costumbres, ni las que la liebre es imposible de do-
formas de caza porque son espe- mesticar y menos aún de produ-
cies muy distintas. cir en cautiverio, mientras que el
No posee sabor salvaje, por lo conejo se cría desde hace más de
menos en mi experiencia, tampo- 2.000 años (ya los fenicios y ro-
co tiene olor fuerte. Los que he manos los producían como ani-
cazado en todos estos años, en males de granja).
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