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quería perder. Así que esa noche daba tormenta, estaba semi nu-
dormí un rato, luego de la cena, blado y el viento soplaba firme
y el sábado arranqué para allá. del noreste. Sobre las 18 horas,
Llegué como a las 3 de la tarde, previo almuerzo y siesta repa-
ni bien terminé de descargar los radora, ya estaba apostado. Al
bártulos fuimos al pozón, ceba- entrar el sol relampagueaba y la
mos y dejamos el lugar tranquilo, luna asomaba con intermitencia
esa noche me fui a otro campo. entre las nubes. La noche avan-
La mañana siguiente salimos a re- zaba sin indicios de su presencia.
correr. El “esquivo” había bajado Pasadas las 22 horas escuché el
y caminado por encima del maíz vuelo de una perdiz a unos 300
sin probar bocado. ¡Siempre tan metros monte adentro. El sigilo
impredecible! Fue esa noche que era absoluto y la atención per-
decidí esperarlo. El pronóstico manente.
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