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Aún con el fuerte viento, el trabajo de los perros fue de mucha ayuda.

Fue uno de los almuerzos más difíciles que me tocó
hacer, el viento era ya de proporciones imposibles,
teníamos el disco metido dentro de un asador cu-
bierto y no había forma de ponerle un chapón de
reparo. Por suerte, este tipo de comidas se hace
muy rápido y el disco, una vez que levanta tempe-
ratura cocina solo, pero de verdad, sufrimos bas-
tante hasta que salió el plato final: ¡¡perdices a la
crema, un manjar!!
Terminada la comida, el viento sur ya era una cosa
de locos, volaba todo, el frío era lo de menos, real-
mente en el descampado costaba caminar con
fluidez, pero bueno, la zona ameritaba el esfuerzo,
aún sabiendo que iba a ser prácticamente imposi-
ble pegar algún tiro en esas condiciones. Entramos
a una sojita perdida y si antes las perdices eran mi-
siles, ahora eran peor, ni el ruido se les escuchaba
con el ventarrón. Así y todo, pudimos cazar un par
y promediando la tarde el viento fue menguando
un poco, lo que nos permitió terminar la jornada
haciendo unos muy lindos tiros.

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